Nos reunimos regularmente a compartir unas pipas. Cada uno lleva lo que puede y quiere, porque lo que une al Aleph es compartir entre todos; no importa si recién compraste tu primera pipa o si estás a fin de mes y no tenés para tabaco: no va a faltar alguien con una nueva lata para compartir o una pipa para prestar.
La mesa se va llenando de a poco: van cayendo los que siempre vienen, los que visitan por primera vez con cierta timidez, los miembros que logran hacerse un hueco de vez en cuando.
El arte de fumar pipa une esa mesa llena de distintas experiencias, profesiones, ideologías y creencias. Las historias y el día a día se entretejen con pipas que se pasan de mano en mano, nuevas y viejas tabaqueras, accesorios que se regalan, tabacos que se intercambian. Entre cafés, sodas, tónicas, cervezas o vinos, en el Aleph ocurre la magia de los humos: todos y todas, desde la primera reunión, nos sentimos como en casa.





